Al adentrarse en Kero, el bullicio de Vigo da paso a un refugio donde la calma y la sobriedad se combinan en un espacio cuidadosamente diseñado. Los matices de la madera oscura y los destellos de luz cálida diluyen cualquier atisbo de estridencia, creando un ambiente íntimo en el que la tradición y la modernidad se dan la mano. La decoración, lejos de la extravagancia, opta por detalles sutiles que evocan la riqueza cultural peruana: pequeñas piezas de cerámica, texturas que remiten a los andes y colores que sugieren la energía de mercados latinoamericanos, sin perder el pulso discreto de la elegancia gallega.
En la mesa, Kero despliega su verdadera personalidad. La propuesta culinaria mira a América Latina, especialmente a Perú, pero lo hace con una disciplina que huye tanto de la rigidez como del efectismo. El recetario tradicional es reinterpretado desde la técnica y el respeto al producto. Así, el cebiche aparece pulcro, equilibrado, donde la frescura del pescado y el vibrante aliño de lima encuentran una afinidad armónica con el punto preciso de ají. Otros ingredientes emblemáticos, como la quinoa y el ají amarillo, se manifiestan en fórmulas refinadas que conservan su esencia originaria, pero asumen nuevos lenguajes contemporáneos.
La carta está concebida como un itinerario gustativo que desafía rutinas sin renunciar a la identidad. Tomemos, por ejemplo, la tosta de causa limeña: un bocado estructurado sobre capas de textura fría y cremosa, coronado por una ligera emulsión y el frescor de microhierbas. La presentación de cada plato revela una atención minuciosa al detalle: vajilla artesanal, composiciones cromáticas que capturan la mirada antes que el paladar —todo en función de generar una narración visual y sensorial coherente con la filosofía del local.
En lo que respecta al maridaje, las selecciones realzan el carácter del menú: vinos gallegos con acentos minerales conviven con referencias de pequeños productores americanos, reforzando la sensación de viaje culinario. Cada elemento parece medido para que prevalezcan los matices de la cocina: ácidos nítidos, notas picantes sutiles y reminiscencias umami abren un diálogo entre oriente y occidente, tradición y renovación.
Kero trasciende la etiqueta de restaurante latinoamericano y se consolida como escenario de mestizaje controlado, donde la creatividad del chef se insinúa más que se exhibe. En Vigo, este enclave se distingue por su capacidad para reinterpretar el recetario latino mediante una mirada cosmopolita y rigurosa, en la que autenticidad y sofisticación encuentran terreno fértil.
