Bajo la apariencia de serenidad, 99 sushi bar despliega un ejercicio de precisión que revela su profunda devoción por la esencia japonesa. Nada más entrar, una quietud acompaña al comensal, envuelta en una paleta de maderas claras y superficies limpias. La luz, sutilmente matizada, se desliza sobre el mobiliario, invitando a un recogimiento que rara vez ofrece la ciudad. Aquí, la decoración se convierte en extensión de la filosofía zen: materiales nobles, detalles mínimos, y una armonía visual que prepara los sentidos para la contemplación más que para la sorpresa.El hilo conductor en cada propuesta es el respeto, casi austero, por el producto. El pescado, traído a diario de los mercados más exigentes, alcanza en manos del equipo de cocina su máxima expresión. Este grupo opera según una visión compartida: alcanzar el equilibrio exacto de sabor, textura y temperatura que caracteriza la alta cocina nipona. Se percibe un rigor extremo en el corte, especialmente visible en la pureza de los sashimi, donde la transparencia y firmeza de la materia prima se convierten en declaración de intenciones.No hay concesiones a artificios superfluos. La propuesta evoluciona constantemente desde el concepto de izakaya tradicional hacia formas más refinadas, sin perder de vista la integridad del recetario japonés. Platos como el nigiri de ventresca de atún se presentan sobre cerámica cuidadosamente elegida que realza el brillo acerado del pescado y resalta la geometría minuciosa de cada corte. El arroz, pulido hasta el grado justo de humedad, soslaya la notoriedad para convertirse en soporte preciso del conjunto. Ingredientes como el yuzu o la trufa, empleados en su momento óptimo, aportan matices sin desdibujar el protagonismo de lo esencial.La disposición meticulosa en cada plato responde a una búsqueda de equilibrio visual; los colores nunca estridentes, el volumen calculado al milímetro. Se advierte una artesanía silenciosa tanto en la disposición de las piezas como en el uso de la cerámica, seleccionada con un fin claro: enmarcar el trabajo del equipo y guiar la atención hacia el producto. La experiencia, más que despliegue de exuberancia, representa una oda al rigor y la contención. Así, 99 sushi bar confirma que, en la alta cocina japonesa, el verdadero lujo se encuentra en la pureza, la precisión y el respeto inquebrantable por la tradición.