Entre las suaves colinas de la comarca de Osona, Sala revela una aproximación a la alta cocina tradicional catalana en la que la memoria y la honestidad constituyen los pilares del discurso culinario. El sello personal de Antonio Sala Cunill se percibe antes incluso de que llegue el primer plato a la mesa: el espacio embriaga con paredes de piedra viva, vigas de madera que cruzan techos amplios y una paleta de colores serenos, todo diseñado para acoger sin distraer. La luz, dosificada en distintas intensidades, envuelve cada mesa y otorga a la sala un aire recogido, invitando a la contemplación de los detalles—obras de artistas locales y matices contemporáneos dialogan con la fuerza de lo rural.
El protagonismo indiscutible pertenece a los productos de temporada, una declaración de intenciones que Sala materializa a través de técnicas culinarias heredadas y depuradas con rigor. No hay artificios innecesarios ni sobresaltos estilísticos: la carta se mantiene fiel a un repertorio esencial donde, por ejemplo, los fondos de cocción prolongada revelan sutilidades terrosas y punzantes que remiten al paisaje circundante. Es común encontrar combinaciones como arroces cremosos enriquecidos con hierbas silvestres, o guisos de caza que aprovechan el sabor concentrado de las salsas y las especias secas, evocando el carácter de la Catalunya rural.
La composición visual de cada plato responde a una búsqueda de equilibrio: las porciones precisas y los emplatados comedidos prescinden de alardes, pero nunca de intencionalidad. Los colores conservan la naturalidad de la materia prima, que se erige como verdadero hilo conductor del menú. La fragancia de caldos y guisos, el perfume de las setas recién recogidas en los alrededores, y la textura de carnes trabajadas con paciencia despliegan una experiencia gustativa que remite continuamente a la autenticidad.
Sala Cunill parece concebir su cocina como un ejercicio de respeto; su filosofía hace de la estacionalidad y el apego al territorio una bandera, y el resultado es una narrativa culinaria donde la sobriedad y la precisión prevalecen. Cada receta reivindica el valor de la tradición, pero bajo una mirada pulida, consciente del presente y alejada tanto de la nostalgia fácil como de la tentación de la vanguardia. Comer en Sala es adentrarse en los sabores de siempre, interpretados con un rigor contenido y una seriedad que enaltece lo esencial.
