En Osona, donde los campos y bosques marcan el ritmo de las estaciones, Can Jubany despliega una propuesta culinaria que dialoga cuidadosamente con el entorno. Las influencias rurales definen tanto la arquitectura como la atmósfera: techos altos de vigas vistas, materiales nobles como la piedra y la madera y una distribución pensada para permitir que la luz natural bañe cada rincón. En el aire, la fragancia de hierbas frescas anticipa lo que espera en el plato, mientras sus ventanales abren una invitación silenciosa a contemplar el paisaje catalán.
La personalidad de Nandu Jubany se palpa desde la composición de la carta. Fiel a una visión en la que el producto de proximidad es protagonista, cada creación explora el equilibrio entre innovación y memoria gustativa. Su cocina no busca solo reinterpretar recetas tradicionales, sino elevar ingredientes autóctonos mediante técnicas contemporáneas. El resultado son preparaciones que sorprenden tanto por textura como por profundidad de sabor. Muchos platos nacen directamente del huerto propio del restaurante, lo que otorga una frescura indiscutible a cada combinación.
El estilo culinario de Jubany se reconoce en la manera en que convierte verduras, carnes y setas en construcciones conceptuales libres de artificios innecesarios. Por ejemplo, el tratamiento del cordero evidencia una comprensión minuciosa de las texturas y los matices del animal: aparece a menudo en versiones suaves, jugosas, perfectamente equilibradas en potencia y sutileza. Las setas locales, recurrentes en temporada, mantienen su esencia natural, pero se presentan mediante técnicas que respetan su sabor e incorporan crocantes inesperados o salsas que traban armoniosamente todos los elementos del plato.
Otra seña distintiva es la precisión en la puesta en escena. Los emplatados son limpios, donde cada elemento cumple una función estética y sensorial: contrastes de color y textura que dialogan sin excesos, guiando la atención hacia el matiz principal de cada bocado. En el mar y montaña reinventado, por ejemplo, el equilibrio visual anticipa una dualidad de sabores perfectamente integrada.
La selección de vinos se suma al conjunto con discreción, agrupando etiquetas que refuerzan la identidad del territorio y potencian el discurso culinario. En Can Jubany, la innovación nunca desplaza el origen: es una cocina que propone sin estridencias y respeta el pasado, una síntesis reflexiva entre raíz y futuro.