Bajo la luz dorada que filtra el techo acristalado, Palm Court se revela como un espacio donde el tiempo parece ralentizarse. Columnas de mármol y altos ventanales esculpen un comedor en el que la elegancia resulta casi inevitable, un eco de los grandes salones señoriales de principios del siglo XX. El interiorismo plantea un diálogo entre la ornamentación contenida y la funcionalidad, con arreglos florales nunca excesivos, siempre en armonía silenciosa con la vajilla de porcelana impoluta y los tonos marfil que envuelven el ambiente.
La carta de Palm Court se mantiene deliberadamente fiel a la tradición europea, evadiendo tendencias efímeras en pos de un repertorio que prioriza la autenticidad de sus recetas y la integridad de los productos. Aquí, la cocina rechaza el artificio en favor de una ejecución meticulosamente pulida: las cremas y consomés llegan a la mesa presentados en vajillas cálidas, los fondos muestran largas cocciones y las salsas —napadas con precisión milimétrica— susurran matices profundos sin imponerse. La estacionalidad no es solo un pretexto, sino una declaración de respeto al producto, modulando la carta y la paleta cromática del menú a lo largo del año.
En platos de carnes y pescados se intuye la mano segura de una cocina que entiende que menos siempre es más. Los filetes se cortan en lonchas exactas y reposan junto a salsas sobrias, mientras que las guarniciones vegetales se ensamblan con una precisión cromática que eleva lo visual sin desviar la atención del ingrediente principal. Cada composición busca el equilibrio entre rigor y naturalidad: nada distrae del sabor, todo invita a la contemplación pausada del plato como pieza central.
El apartado de postres remite a la repostería de gran tradición, con reinterpretaciones sutiles pero sin alardes innecesarios: sabores clásicos, texturas reconocibles y una atención visible al detalle. La filosofía culinaria del establecimiento prioriza la preservación de técnicas consagradas, interpretadas con el virtuosismo que ofrece la experiencia acumulada. El estilo del chef podría describirse como un tributo respetuoso a la esencia de la cocina atemporal, donde lo primordial es la pureza del sabor y la contundencia del recuerdo culinario.
En consonancia con la distinción otorgada por la Guía Michelin, Palm Court se consolida como un refugio tranquilo para quienes aprecian la nobleza de la cocina clásica, sin estridencias y con un compromiso continuo por la excelencia.
