Apenas traspasar el umbral de China Crown, la percepción se transforma: la atmósfera invita al visitante a olvidarse del bullicio madrileño y a adentrarse en un espacio donde la calma y el refinamiento mandan. El silencio amortiguado, las tonalidades en madera oscura y toques sutiles de arte oriental crean una estancia que rehúye el artificio y los clichés y se aproxima, en cambio, a la sofisticación de los antiguos salones imperiales reinterpretados bajo un prisma moderno. Sobresale la forma en la que la iluminación, de una calidez orquestada con precisión, envuelve las mesas, acentuando los colores y las texturas de cada plato con un guiño casi teatral.
La propuesta culinaria se articula en torno a recetas imperiales y regionales chinas, seleccionadas y ejecutadas con un escrupuloso respeto hacia los ingredientes originales. La cocina, sin una figura mediática a la cabeza, actúa como un colectivo en el que cada miembro comparte una visión: trasladar la esencia de la gastronomía china tradicional a la exigencia contemporánea, cuidando tanto los productos como la ejecución técnica. Para lograrlo, muchos ingredientes proceden directamente de Asia, lo que garantiza matices y aromas genuinos, a menudo imposibles de reproducir con productos locales.
Entre las especialidades destaca el pato laqueado, presentado con una coreografía precisa: la piel tostada y reluciente se rebana ante los ojos del comensal en cortes sutiles que revelan la textura interior y preparan el bocado perfecto. Los dim sum, delicadamente elaborados a mano, sorprenden por el equilibrio entre finura en la masa y la intensidad de sus rellenos, mientras que creaciones como el bogavante al vapor con jengibre y cebollino ponen el acento en la pureza del producto, potenciada por una técnica depurada que prioriza el sabor natural y un punto de cocción impecable.
El discurso gastronómico fluye con armonía, invitando a explorar contrastes entre dulzor, amargor y picante, propios de las antiguas cortes imperiales. Los ingredientes nobles, desde mariscos de temporada hasta setas shiitake frescas, aparecen no en exceso sino en armonía, subrayando la preferencia por la calidad frente a la cantidad.
China Crown logra transmitir, sin concesiones a la nostalgia ni a la ostentación, la vigencia de una gran cocina que evoluciona sin renunciar a sus fundamentos. Cada detalle —desde la elección de las especies hasta la disposición en el plato— revela una búsqueda de equilibrio y profundidad, ajustada al paladar contemporáneo pero fiel a la memoria histórica de la alta gastronomía china.