En A'Nómalo, el comensal se encuentra ante una propuesta difícil de clasificar, donde el factor sorpresa es más una filosofía que un recurso. El ambiente, cuidadosamente pensado, rehúye los tópicos del lujo tradicional sin renunciar a la elegancia. Al entrar, se percibe una tensión medida entre lo orgánico y lo urbano: maderas suaves y superficies pulidas conviven con una iluminación que huye de lo enfático, generando claroscuros que invitan a mirar y descubrir. Las paredes, adornadas con obras abstractas, sugieren diálogo y juego intelectual; la mesa, vestida con vajilla artesanal de líneas sinuosas, prolonga la sensación de que aquí nada sigue un canon previsible.
La experiencia se articula alrededor de una cocina que rehúye fronteras y etiquetas. Más que una firma personal de autor, hay un hilo conceptual claro: quien diseña la carta en A'Nómalo entiende la gastronomía como un proceso en permanente construcción, donde cada plato debe reunir curiosidad e introspección. Aquí, la materia prima de alta calidad es preámbulo, nunca destino, y los ingredientes menos frecuentes adquieren protagonismo en combinaciones insólitas, a menudo texturas poco convencionales y ensamblajes audaces pero precisos. No es raro comenzar con una tempura de raíces que sobrevive a una emulsión de algas locales y brotes fermentados, antes de sumergirse en carnes de caza tratadas con reducciones cítricas que desafían lo evidente.
A distancia de lo ornamental vacuo, los platos presentan un equilibrio controlado entre asimetría y composición, donde el color, el volumen y el aroma se suceden en capas sutiles dispuestas casi como un cuadro. Abundan las pinceladas de salsas, los contrastes de temperatura y las pequeñas rupturas visuales, pero todo parece responder a una lógica interna que rehúye la gratuidad. Detalles como una crema ahumada o un jugo fermentado revelan una búsqueda deliberada de nuevas texturas y matices, al tiempo que se percibe respeto por técnicas tradicionales reinterpretadas desde la contemporaneidad: cocciones a baja temperatura, fondos delicados y fermentados precisos trazan caminos inesperados en cada paso del menú.
El resultado es una propuesta que no apelará a la nostalgia ni ansía provocar por provocar. En vez de recurrir al efectismo o la ostentación, A'Nómalo despliega una narrativa gastronómica sobria, donde cada elemento sirve a una exploración, casi intelectual, del sabor. Madrid encuentra aquí un ejercicio de libertad creativa, contenido y deliberadamente anómalo.
