Entre las calles de Chamberí, Quimbaya rompe con las nociones tradicionales de la cocina colombiana, mostrando una identidad moderna que se revela en cada rincón y en cada plato. El restaurante, dirigido por el chef Edwin Rodríguez, no busca simplemente reproducir recetas clásicas: su ambición es mucho mayor. Aquí, la gastronomía colombiana se somete a una lectura pausada y reflexiva, donde los recuerdos personales y la diversidad de su país natal se transforman en narrativas comestibles pensadas para desafiar la expectativa del comensal madrileño.
La atmósfera adopta la calidez de los materiales nobles —madera natural, fibras artesanales, cerámicas de acabado imperfecto—, mientras los tonos tierra y los matices verdes, cuidadosamente equilibrados, transportan sin recurrir a artificios. La luz, tamizada por cortinajes sutiles, ofrece una sensación de recogimiento que contribuye al deleite pausado de la experiencia, como si cada instante estuviera pensado para ser saboreado con todos los sentidos. No es una exhibición exuberante, sino un homenaje contenido a la riqueza cultural de Colombia.
En la mesa, el relato toma cuerpo a través de ingredientes que pocas veces cruzan el Atlántico para llegar tan lejos del trópico. El protagonismo de productos autóctonos como la guayaba, el lulo o variedades de maíz y yuca marca una diferencia notable con otras propuestas latinas en Madrid. Platos como el ajiaco santafereño —reinterpretado en clave contemporánea— permiten reconocer la voluntad de Edwin Rodríguez: la tradición está presente, pero nunca estática; cada preparación dialoga con técnicas actuales y presentaciones de equilibrado minimalismo, manteniendo vivas la memoria y la autenticidad.
Cada emplatado busca el balance entre color y textura, sin aturdir. Hay una intención clara de mantener la elegancia, apostando por juegos visuales discretos que invitan a una exploración sensorial progresiva. Un guiño a la Amazonía en una crema vibrante, la delicadeza de un cacao puro trabajado a la manera de los grandes postres europeos: en Quimbaya, la sofistificación nunca eclipsa el origen.
El trabajo del chef se sustenta en una filosofía de respeto profundo por la materia prima y una inquietud constante por rehacer la tradición sin perderla de vista. El resultado es una propuesta de factura impecable, coherente, donde cada elemento contribuye a esa narrativa de encuentro entre dos culturas, expresada en sabores reconocibles pero inesperados. Quimbaya traza así su propio camino, relevando la cocina colombiana a un diálogo contemporáneo donde memoria y territorio cobran nueva vida.
