En el corazón de València, Fierro se despliega como una casa gastronómica de autor que desafía expectativas a través de una identidad culinaria claramente perfilada. En cuanto se atraviesa el umbral, el comensal se adentra en un espacio contenido y sereno, donde cada elemento —desde la sutil calidez de la madera natural hasta la disposición geométrica de la iluminación— parece invitado a favorecer una inmersión total en la experiencia sensorial. No hay adorno superfluo ni exceso ornamental; los guiños a raíces argentinas asoman en discretos detalles textiles, como si quisieran susurrar recuerdos sin monopolizar la atmósfera, mientras la sobriedad dominante dialoga con la elegancia contemporánea europea.
La cocina concebida por Carito Lourenço parte de una inspiración que se reconoce en la memoria sudamericana, pero el trayecto que traza en cada menú es nítidamente actual. Su filosofía se articula en torno a la técnica rigurosa y el respeto absoluto por el producto local, especialmente el valenciano, que se entrelaza con ingredientes transatlánticos como mandioca, maíz o cortes de carne madurada. Esta combinación no busca la nostalgia, sino que emplea el recetario argentino como base desde la que experimentar, lograr matices nuevos o transitar por sabores menos evidentes. Los menús degustación, únicos cauces de la carta, articulan una narrativa de sabores inesperados y armonías sutiles: raíces y hojas brotan con disposición casi escultórica sobre la vajilla minimalista, mientras fondos aromáticos y texturas contrastadas se suceden en cada pase.
Destaca el pulso exacto con el que Lourenço maneja el juego de acidez y grasa, la incorporación de amargores controlados y la alternancia de crocantes con notas melosas o untuosas; cada plato construye un relieve gustativo propio, sin perder de vista una coherencia general, tanto conceptual como cromática. El relato culinario se apoya en la solidez técnica de la chef, pero es la osadía contenida, el riesgo medido, lo que otorga a cada propuesta una personalidad inconfundible y ha merecido el reconocimiento de la crítica especializada.
Fierro propone así una travesía singular, en la que la esencia de la herencia argentina coexiste con la materia prima valenciana bajo la mirada inquisitiva y perfeccionista de su autora. En cada servicio, la memoria y el presente se funden, dando lugar a una de las voces más particulares y sólidas del actual panorama gastronómico en la Comunidad Valenciana.