Bajo la dirección del chef Andrés Torres, Casa Nova ha elevado el estándar culinario en Sant Martí Sarroca, trazando un perfil definido a partir del diálogo constante con su entorno vinícola. La discreta mención en la guía Michelin no es casualidad: aquí cada decisión —desde la selección meticulosa de ingredientes locales hasta la integración sutil de influencias contemporáneas— señala un compromiso con la autenticidad y la técnica.
Nada más cruzar el umbral, una luz dorada, tamizada a través de ventanales generosos, define el pulso del espacio. El ambiente combina la robustez de la piedra antigua y la madera envejecida, en un guiño sobrio a la arquitectura agraria catalana. El diseño prescinde de adornos superfluos y, sin embargo, concede protagonismo a texturas y materiales que invitan a la quietud. Si bien la decoración remite a las masías del Alt Penedès, un sutil aire actual se filtra en las líneas limpias del mobiliario y la cuidada disposición de elementos discretos.
En la cocina de Casa Nova, la proximidad se entiende como lenguaje y convicción. Productos que han sido cosechados o pescados a escasos kilómetros —verduras de temporada, setas silvestres, aves criadas en la comarca, mariscos mediterráneos— constituyen la columna vertebral de una carta que rehúye la afectación. El chef Torres no busca el artificio, sino la expresión pura de cada ingrediente mediante técnicas precisas y discretas reinterpretaciones de la tradición. Su filosofía, articulada entre la memoria y la exploración, queda patente en platos donde el equilibrio es constante: la profundidad de un canelón de pato con reducción de vino tinto, o la untuosidad de un arroz meloso con setas, evidencian la dualidad entre respeto y curiosidad.
La presentación, lejos de la ostentación, enfatiza el diálogo entre forma y contenido. Vajillas cerámicas de líneas orgánicas acogen emplatados donde los colores y volúmenes surgen de la propia materia prima, sin exceso alguno. Cada detalle parece orquestado para resaltar la naturalidad, reforzando una experiencia visual tranquila y coherente con el discurso de la casa.
En la bodega, los vinos del Penedès articulan un acompañamiento a medida, sumando capas sensoriales que subrayan la identidad local sin estridencias. Casa Nova, en definitiva, se posiciona como una referencia para quienes buscan una cocina honesta, reflexiva y profundamente arraigada a su paisaje.
