El predilecto de la gastronomía colombiana, el chef Álvaro Clavijo concluye su 2023 con dos hermosos logros. Su querido restaurante bogotano El Chato, rankeó en el puesto dos en Latin America’s 50 Best Restaurants en noviembre – es la primera vez que un establecimiento de Colombia mordisquea el mejor puesto – y ese mismo mes, abrió su segundo establecimiento. Conocido por una cocina sincera que recorre la biodiversidad de su país, Clavijo ahora busca contar otra historia con Selma y comparte con Fine Dining Lovers la visión tras su segundo proyecto.
¿Quién es Selma?
El nombre de Selma sale de un cuento que le gustaba mucho a mi hija sobre una abeja que todos los días tiene una rutina. Se gana la lotería y decide seguir haciendo lo mismo después de ganarla porque ama mucho su estilo de vida. Selma es un poco eso. Es volver un poquito a lo que yo hacía en Francia cuando trabajé en Joel Robouchon y Bristol y volver a las raíces, una especie de bistró con un producto muy local que combina parrilla y vegetal. Ya veníamos con la idea de buscar un local al lado del restaurante El Chato para poder digamos operar de una manera mucho más fácil y yo poder estar un poco pendiente de las dos operaciones.
¿Dónde está ubicada la casa Selma?
En barrios como Chapinero, antiguamente en Bogotá, siempre había una panadería, una pollería, una peluquería y un almorzadero. Pero ya no existen. Esta casa es un rectángulo pequeño dentro de un rectángulo grande de una propiedad que es de uno de los primeros restaurantes que hubo en esa cuadra de Chapinero. Ya había un restaurante llamado Doña Inés que es un piqueteadero típico del barrio donde se pone comida bogotana. Era una calle de talleres: mi abuelo llevaba su carro a reparar ahí, entonces esto es un local que originalmente era una lavandería, un parqueadero de ellos, de los dueños y hacia atrás lo tenía de bodegaje. Es una casa muy vieja, típica del barrio y la restauramos toda. Cambiamos los pisos, abrimos todos los muros y dejamos el techo original. Es una casa en la que tú entras y no te sientes en lo que es la arquitectura actual de Bogotá sino lo que era hace años.