Sumergirse en la experiencia de Finca Alfoliz es dejarse envolver por un entorno donde la calma y el arraigo definen cada detalle. La construcción se emplaza entre campos y arboledas, dejando que la suavidad de la luz natural y la presencia de materiales orgánicos –madera sin tratamientos excesivos, fibras vegetales, piedra local– marquen el ritmo de la estancia. El diseño del espacio propicia la contemplación, ajeno a las estridencias y de gratificante austeridad, dotando a la cocina de un telón de fondo que amplifica su discurso.
El proyecto encabezado por Xanty Elías Fernández Vázquez se articula en torno a una línea de pensamiento culinario donde la identidad andaluza resulta innegociable. La cocina se manifiesta a través de recetas que miran atrás para tomar impulso, abrazando ingredientes y técnicas tradicionales con una sensibilidad contemporánea que no fuerza el presente, sino que lo decanta con sutileza. Elías asume la memoria del producto local –hortalizas que viajan desde la huerta cercana, pescados extraídos de las costas próximas al Atlántico, piezas de carne seleccionadas en circuitos de confianza– y les concede formas revisadas, despojadas de artificio.
El relato de cada plato se completa en la mesa, donde las texturas y los colores dialogan a la perfección con la temporalidad del entorno. La presentación no se recrea en lo efímero, pero sí permite que cada ingrediente ocupe un lugar protagónico y respire en sus propios matices. La armonía visual no se impone, sino que responde a los silencios y las luces del comedor, invitando a un ritmo pausado, casi introspectivo.
Las brasas desempeñan un papel fundamental en la propuesta, aportando ese hilo conductor entre pasado y presente. Fondos y guisos recuperan el trasfondo de la cocina popular, imprimiendo intensidad sin caer en el exceso, mientras ciertas elaboraciones capturan el aroma ahumado y la untuosidad de la cocción lenta. En Finca Alfoliz, el recetario tradicional andaluz ocupa el centro de la creación, pero siempre medido, con giros que destilan respeto y control.
Presente en la selecta distinción Bib Gourmand de la Guía Michelin, el restaurante pone en valor una autenticidad que rehúye de gestos grandilocuentes. El resultado es una apuesta decidida por la materia prima y la coherencia creativa, donde la memoria sirve de cimiento y la innovación traza los contornos sutiles de cada experiencia.