La experiencia en El Lago trasciende el simple acto de comer; se trata de entrar en un microcosmos donde los aromas de la tierra y el agua se entrelazan con los sabores de Andalucía en una simbiosis serena. Al atravesar la cornisa verde que abraza la periferia de Marbella, la llegada al restaurante produce una calma inmediata: el rumor del viento entre los pinos, el brillo del lago atrapado en la mirada y una terraza que parece flotar sobre el horizonte líquido. El entorno natural no es solo un telón de fondo, sino un elemento vivo que dialoga con cada plato.
La propuesta gastronómica, supervisada meticulosamente por Fernando Villasclaras Arce, se caracteriza por una mirada afinada hacia los productos de cercanía, seleccionando ingredientes locales con gestos que respetan los ritmos de la tierra y el mar. Su cocina encuentra inspiración en la despensa andaluza, reinterpretando clásicos a través de composiciones sobrias y contemporáneas que huyen del artificio. Las especialidades emergen de una conjunción de memoria y modernidad: por ejemplo, el empleo de moluscos frescos acompañados de algas recolectadas en la costa cercana, o los matices silvestres que imprimen hierbas autóctonas a carnes de caza suave.
Dentro, la sala se muestra recogida y elegante, sin alardes innecesarios. La madera cálida de las mesas y el pulcro equilibrio de los ventanales invitan a la contemplación tranquila del paisaje acuático, mientras la luz natural juega sobre la superficie del agua. Cada detalle responde a una estética minimalista en la que la sencillez nunca es sinónimo de descuido. Los emplatados, lejos del exceso decorativo, revelan una preferencia por la pureza visual, donde los colores evocan las tonalidades del entorno: verdes de brotes tiernos, arenas claras y destellos marinos.
Villasclaras Arce explora los límites de la tradición local, apostando por la estacionalidad y el protagonismo absoluto de la materia prima. Sus preparaciones destacan por la nitidez de sabores y una técnica depurada y precisa, aunque contenida, que permite que texturas y contrastes encuentren su balance natural en el paladar.
La presencia de El Lago en la guía Michelin refuerza la solidez de un concepto que apuesta por la continuidad: una cocina que evoluciona a través de las estaciones, invitando a descubrir el carácter cambiante de Andalucía en cada visita. Aquí, la gastronomía se entrelaza con el paisaje, proponiendo un recorrido pausado y reflexivo por la esencia mediterránea contemporánea.
