A pocos minutos de Toledo, Illescas alberga uno de los epicentros culinarios más emblemáticos de Castilla-La Mancha: El Bohío. Bajo la dirección de Pepe Rodríguez Rey, este restaurante no solo ostenta una estrella Michelin, sino que representa una aproximación singular a la riqueza gastronómica regional. Entrar en El Bohío supone dejar atrás el bullicio cotidiano; la luz natural se filtra sobre estancias de maderas oscuras y líneas puras, mientras discretos guiños artísticos a la tradición toledana se funden con una sobriedad casi minimalista. La decoración, lejos de imponerse, crea una atmósfera de recogimiento donde la experiencia sensorial cobra protagonismo.
En la cocina, Pepe Rodríguez Rey se distancia de la ornamentación superflua. Su aproximación reinterpreta la despensa manchega con ingredientes de origen local trazados a la perfección. La identidad del lugar se plasma en platos que despiertan la memoria, aunque articulados desde una técnica contemporánea y un estudio preciso del producto. La esencia de la tradición revela aquí nuevas lecturas, nunca forzadas, siempre matizadas por el deseo de explorar. Platos como su versión refinada del guiso manchego ofrecen un ejemplo tangible: sabores nítidos y textura sutil, anclados en la autenticidad pero revestidos de un pulso moderno.
La presentación participa del mismo lenguaje: composiciones limpias sobre vajillas neutras, donde el cromatismo natural del alimento resalta sin artificios. El pan y los aceites, cuidadosamente seleccionados, no cumplen solo un papel de acompañamiento, sino que se convierten en preludio indispensable de cada plato. No hay concesiones ni elementos superfluos; cada componente responde a una decisión consciente y meditada. En el menú suelen desfilar productos como la perdiz roja de caza, tratados con respeto y sin encasillar la creatividad del chef. Nada resta a la materia prima, pero nada permanece inalterado: la cocina de El Bohío asume el reto de reinventar sin perder el hilo de la memoria colectiva.
El compromiso con la temporalidad es patente, asegurando que cada visita encuentre matices inéditos y aromas moldeados por la estación. Esta filosofía, donde el arraigo dialoga abierta y honestamente con el progreso, define el sello personal de Pepe Rodríguez Rey. El Bohío no busca impresionar desde la extravagancia: la ambición radica en elevar la tradición manchega a un relato actual, sereno y convincente; una cocina donde cada gesto tiene sentido y cada sabor, una historia que merece ser contada.