En primer lugar, las ostras son ricas en minerales esenciales para los huesos y dientes, como el calcio, el zinc, el cobre y el selenio, que ayudan a fortalecer los huesos y aumentar la densidad ósea, previniendo la osteoporosis. Además, las ostras son una fuente importante de hierro, que favorece la formación de los glóbulos rojos y previene la anemia. Los niveles de hierro en las ostras son tan altos que nos aportan el 90 % de las necesidades diarias. Las ostras también son ricas en potasio y magnesio, con lo cual contribuyen a reducir la presión arterial, mejorando la circulación sanguínea y la oxigenación.
En segundo lugar, las ostras nos aportan omega 3, un ácido graso muy beneficioso que ayuda a reducir los niveles de colesterol ‘’malo’’ y los triglicéridos, ayudando a prevenir las enfermedades cardiovasculares y la arteriosclerosis.
En tercer lugar, gracias a su alto contenido en elastina, una proteína beneficiosa para la salud de la piel, también nos ayudan a luchar contra las arrugas.
En cuarto y último lugar, no podemos olvidarnos de su poder afrodisiaco, y es que su alto contenido en zinc favorece la liberación de hormonas sexuales.
Su contenido en zinc también nos ayuda a mantener las defensas altas y aporta fuerza y dureza a nuestro pelo y uñas.
Valor nutricional de las ostras
Valor nutricional (por cada 100 gramos)
Calorías: 199 kcal
Grasas: 13 g
Proteínas: 9 g
Hidratos de carbono: 12 g
Colesterol: 71 mg
Calcio: 62 mg
Hierro: 7 mg
Sodio 417 mg
Hemos visto que las ostras, gracias a los ácidos grasos omega 3, ayudan a reducir el nivel de colesterol y triglicéridos, no obstante, hay que tener en cuenta que las propias ostras aportan colesterol, por lo que su consumo debe realizarse de forma equilibrada.
Qué tipos de ostras existen
- Clásica (Crassostrea gigas de Marennes Oléron): poco carnosa y con sabor a mar.
- Carnosa (Crassostrea gigas de Marennes Oléron): es una variante de la clásica. Muy carnosa, con sabor a mar, pero con un componente dulce.
- Colorista (Crassostrea gigas de Marennes Oléron): alimentada con un alga, su carne se torna verde, mientras su sabor es igual al de la clásica.
- Mediterránea (Crassostrea gigas del Delta del Ebro): traída de Francia para que crezca en el Mediterráneo. Posee un sabor fresco y vegetal.
- Británica (Crassostrea gigas de Irlanda del Norte): se cultiva en aguas muy frías y menos saladas, por lo que su sabor es más dulce.
- Ostentosa (Crassostrea gigas de Cancale): es una variante creada en 2004 como homenaje a los zares rusos. Su carne es más blanca y su sabor más intenso y salado.
- Propia (Crassostrea gigas de Marennes Oléron): se cultiva en Normandía, su sabor es parecido al de la Británica.
- Aristócrata (Crassostrea gigas de Marennes Oléron): de calidad excepcional. Su sabor es dulce, parecido al de la avellana, y su textura crujiente.
- Minera (Ostrea Edulis de Cancale): su sabor es terroso y ligeramente amargo.
- Salvaje (Crassostrea gigas de Cancale): se diferencia de las otras por su edad, ya que tiene entre 10 y 20 años, mientras las otras unos 3 años, por lo que su tamaño es mucho más grande. Es carnosa y sabrosa.
¿Cuánto duran las otras en la nevera y en qué meses no pueden comerse?
Una vez recogidas del mar, si se conservan a la temperatura adecuada, pueden durar hasta 10 días. Es importante que no se vean expuestas a sol y que la temperatura no supere los 8 °C.
Si bien es posible comer ostras todo el año, para disfrutar de su mejor sabor, se aconseja comerlas en los meses fríos. Esto se debe a que, cuando la temperatura del agua aumenta, comienza el período de reproducción de estos moluscos, lo que genera cambios en su composición y les cambia el sabor.
¿Cómo se comen las ostras: crudas o cocidas?
Crudas y con tan solo un chorrito de limón. Te preguntarás por qué se les echa limón a las ostras. Además de intensificar su sabor, el limón las “cura”, lo que significa que les da una especie de mínima cocción que evita que caigan mal al estómago, además de actuar como agente antibacteriano. Huelga decir que se comen recién abiertas para disfrutar de sus jugos y su increíble sabor a mar.
Hay quien se resiste a comerlas crudas debido a su viscosidad, y prefiere cocinarlas, por ejemplo, gratinadas en el horno o a la plancha, en tempura o utilizando el soplete.
Cómo preparar y servir las ostras
Además de al natural, hay varias formas de preparar y servir las ostras, por ejemplo, a la manera de Estados Unidos (ostras Rockefeller): se cuecen hasta que se abran o se cocinan al vapor y se mezclan con chalota picada, perejil, espinacas, migas de pan y hasta bacon salteado. Después, se vuelven a poner en sus conchas agregando una mezcla de espinacas, tocino, chalotas y perejil; se espolvorea encima pan rallado y se hornean hasta dorar. En Nueva Orleans, las ostras se preparan al modo de la cocina cajún: se pasan por harina de maíz y se fríen. Se sirven con salsa tártara y un toque picante.