Tras una entrada sin estridencias en la calle Víctor Chávarri, NM revela una propuesta gastronómica donde la discreción y el equilibrio se convierten en premisas fundamentales. La experiencia comienza mucho antes de que lleguen los primeros platos, guiada por la cuidada iluminación que moldea una atmósfera serena, casi suspendida en el tiempo. En este espacio destaca una arquitectura contemporánea de líneas depuradas, donde la neutralidad cromática —paredes y mobiliario en tonos tenues— solo se ve interrumpida por la calidez de la madera y el brillo del vidrio, elementos que dialogan de forma silenciosa con el comensal. Cada mesa, dispuesta con generosa distancia, crea pequeñas islas de intimidad que invitan a centrar todos los sentidos en lo importante: la cocina.
El recorrido culinario de NM queda definido por una filosofía creativa que privilegia el producto local, seleccionado con rigurosidad en el entorno asturiano y reinterpretado con técnicas precisas. La carta presenta un repertorio que se mueve entre la herencia de la región y una mirada cosmopolita, evitando la ostentación en favor de una depuración extrema. Los ingredientes siempre permanecen en primer plano; la merluza del Cantábrico alcanza cocciones exactas, la carne de vaca autóctona aparece en cortes estudiados que dejan hablar a su textura y sabor propios, y la huerta asturiana sirve de hilo conductor en guarniciones que aportan matices sin estridencia. Cada plato surge como una composición armónica, donde la estética nunca es un fin en sí mismo, sino la consecuencia natural del respeto absoluto por la materia prima.
La manipulación de los fondos —profundos y equilibrados— y la introducción casi imperceptible de notas ácidas revelan una cocina contenida, muy alejada del artificio. El chef opta por una precisión quirúrgica; podría definirse como un buscador de matices ocultos en la tradición, alguien que transforma la técnica en transparencia y evita los excesos innecesarios. El resultado es una narrativa culinaria que prefiere el diálogo íntimo sobre la espectacularidad, donde cada ingrediente se percibe nítidamente, invitando a revisitar sabores familiares bajo una óptica contemporánea y depurada.
En NM, nada queda al azar. Desde la pulcritud del emplatado hasta la acústica controlada de la sala, el restaurante se configura como un enclave en el que la excelencia reside, sobre todo, en la mesura y el rigor. Para los que aprecian la sutileza como forma de distinción, la propuesta de NM desvela una de las expresiones más personales de la alta cocina actual en Asturias.
