El umami fue identificado a principios de 1900 por un científico de la Universidad Imperial de Tokio, que descubrió que el particular sabor que tomaba el alga Kombu cuando se cocinaba como caldo era generado por un componente específico, el glutamato. Al investigarse otros alimentos de la cocina japonesa, tales como las virutas de bonito, el katsuobushi o las setas shiitake, se identificó también que su principal sabor provenía también de una alta concentración de glutamato monosódico. La palabra umami sirvió entonces para denominar este sabor intenso, duradero y agradable, que no tenía nada que ver con los sabores típicamente conocidos.
En el año 2002 la ciencia identificó las papilas gustativas que tenemos para identificar el umami, lo que supone que lo podíamos saborear desde siempre, aunque sin saber cómo denominarlo. El glutamato es uno de los componentes básicos de la proteína, razón por la cual muchos de los quesos o pescados que consumimos habitualmente tienen el sabor umami incorporado. La diferencia principal del umami con otros sabores reside fundamentalmente en que se extiende por la lengua, dura más en la boca que otros sabores y la sensación que nos provoca es deliciosa. Aunque hasta ahora no podíamos identificar el umami de manera específica, muchas veces necesitamos sumarlo a nuestras comidas cuando sentimos que algo falta. El ketchup o la salsa de soja son un claro ejemplo de ello.
¿Qué es el sabor umami?
Como ya dijimos, el sabor umami es el quinto sabor, además del salado, dulce, amargo y ácido. Encontrado en los alimentos que contienen glutamato monosódico, el umami es un sabor sutil pero de duración prolongada en nuestra boca. La sensación que nos genera es aterciopelada, estimulando principalmente la parte posterior de la boca. El umami es un sabor que realza también el gusto de otros alimentos, como sopas o tofu.
El sabor umami es parte inherente de la gastronomía japonesa y, por lo tanto, desde Occidente muchas veces se hace difícil identificarlo, aunque está presente en muchos de los platos e ingredientes que consumimos habitualmente. Por ejemplo, la combinación de tomate y parmesano sabe a umami, así como el ketchup o el chucrut. Y lo que es más aún sorprendente es que nuestro primer contacto con este quinto sabor es a través de la leche materna.
Beneficios del umami