Mientras algunos autores sitúan su origen en Tíbet, otros apuntan que este alimento procede de México, más concretamente de la planta Opuntia, un género perteneciente a la familia de las cactáceas, en cuyas almohadillas se forma el cultivo de tíbicos. Otra historia que goza de una amplia aceptación cuenta que durante la Guerra de Crimea se mencionó por primera vez este alimento y que, a partir de ese momento, los soldados ingleses empezaron a alabar sus virtudes y que la propia Madre Teresa de Calcuta se resolvió a introducir el kéfir en el continente americano con el fin de mejorar la alimentación de las personas.
Lo que sí está claro es que el kéfir cuenta con propiedades y beneficios óptimos para nuestra salud y nuestro bienestar.
Propiedades y beneficios del kéfir
Los alimentos con probióticos equilibran y regeneran parcialmente la flora intestinal, ayudando a reducir la inflamación gastrointestinal y favoreciendo la absorción de los nutrientes. Sus propiedades desintoxicantes también ayudan a fortalecer el sistema nervioso o en caso de problemas dermatológicos. Además, poseen un gran poder antioxidante; en último, los ácidos de su composición ayudan a equilibrar el nivel de azúcar en sangre.
Contraindicaciones del kéfir
Hay dos categorías de personas que no pueden tomar kéfir: las que se encuentran bajo efectos inmunosupresores, como las que padecen una enfermedad autoinmune o las que hayan sufrido un trasplante reciente, ya que las levaduras vivas que contiene el kéfir pueden entrar en conflicto con un cuerpo falto de defensas, amplificando el riesgo de infecciones; y las que presenten daños en la mucosa intestinal o tienen sensibilidad a las levaduras.
También deberán extremar las precauciones las personas intolerantes a la lactosa o las que tienen sensibilidad de estómago.
Cómo hacer kéfir de agua
Ingredientes
Nódulos de kéfir: 4 cucharadas
Agua filtrada: 1 l
Azúcar: 40 g
Medio limón
Pasas: 20 g
Preparación
Mezclar el azúcar con el agua e incorporar los nódulos de kéfir, el limón y las pasas (también pueden usarse otros frutos secos, como higos o dátiles). Tapar con un paño y dejar fermentar 48 horas. Colar y meter en la nevera. Si te gusta el sabor del limón, puedes agregar un limón sin exprimir antes de guardar la botella en la nevera. Un tip: abre la botella de vez en cuando para que no se acumule demasiada presión. Recuerda: puedes añadir fruta para darle sabor. En este caso, una vez colado, agrega la fruta escogida y déjalo reposar 24 horas más.
Cómo hacer kéfir de leche
Ingredientes:
Nódulos de kéfir
Leche entera, semidesnatada o de soja
Preparación:
Introducir los nódulos en un envase de cristal, prestando atención a que los utensilios que se vayan a usar no sean de metal o aluminio, porque dañarían el hongo. Agregar la leche a temperatura ambiente llenando hasta la mitad o 3/4 del envase. Tapar el envase con un paño limpio (no con la tapa porque no dejaría pasar el aire) y almacenar en un lugar oscuro durante 24 horas. Colar, removiendo el hongo con la ayuda de una espátula para sacar todo el líquido, que guardarás en otro envase de cristal y podrás endulzar con azúcar o canela. Si quieres que sea más denso, déjalo unas horas en la nevera. Con el resto de nódulos, se puede repetir el proceso.
¿Cómo se puede conservar el kéfir?
El kéfir se puede conservar de varias formas, dependiendo de cuando tengas pensado consumirlo. Se conserva en buen estado en la nevera durante 4 o 5 días (el kéfir de agua debe llevar azúcar para que no se estropee) o, si necesitas conservarlo durante más de una semana (no más de 10 días o perderá sus propiedades), puedes recurrir al “método húmedo”. Pasa los gránulos por agua, mételos en un recipiente con agua mineral y azúcar o solo con leche y guárdalos en la nevera. Cuando lo quieras consumir, mezcla los nódulos con leche y deja que fermenten 2-3 días en la nevera. Si necesitas conservarlo durante mucho más tiempo (pero no por más de 1 año), puedes congelarlo.