Cuando se viaja y se visitan los supermercados en las grandes metrópolis es fácil encontrar verduras poco familiares y que no hemos cocinado nunca, precisamente como la raíz de taro.
En España muchos la conocen como malanga, aunque es un ingrediente popular en toda Asia y en las Islas del Pacífico, sin contar otras partes del mundo que aprecian la versatilidad y el bajo contenido de hidratos de carbono.
Pero veamos específicamente qué es el taro y sobre todo en qué recetas se usa normalmente.
Taro: ¿qué es?
El taro es una planta tropical originaria de Asia, de hojas verdes y grandes (llamadas, por eso, oreja de elefante) y tallos comestibles subterráneos llamados cormos (o bulbos). Estos bulbos son de color marrón claro con un interior color crema, aunque algunas variedades tienen manchas violeta. Tanto el bulbo como las hojas son comestibles, pero es preciso cocinarlos bien antes de consumirlos, ya que, de lo contrario, resultan tóxicos por su contenido de oxalato cálcico. Es una gran fuente de proteínas y fibras, además de contener magnesio, potasio y vitaminas C y E. Su sabor es similar al de la patata, con un ligero toque ácido, aunque existen diferentes variedades en todo el mundo, que difieren en cuanto al sabor, el color y la textura.
En las islas del Pacífico, existe una leyenda sobre su origen. Esta leyenda hawaiana cuenta que el Padre del Cielo y su hija tuvieron un hijo que murió al nacer. Nueve meses después, en el lugar donde lo habían enterrado, creció una planta de taro. El segundo hijo que tuvo la deidad se convirtió en el primer jefe hawaiano y en el ancestro de todas las personas hawaianas.