Barcelona está viviendo una auténtica transformación gastronómica que tiene como protagonista a un producto humilde y universal: el helado. Lo que hace apenas una década era un capricho veraniego asociado a paseos turísticos, hoy se ha convertido en un fenómeno cultural y culinario que marca el ritmo cotidiano de la ciudad.
En pocos años, la escena heladera ha pasado de ser discreta a conformar un ecosistema vibrante y diverso. A mediados de la década pasada se contabilizaban en la capital catalana unas cincuenta heladerías; hoy, la cifra se aproxima a las 240, superando ampliamente a otras grandes ciudades españolas. Este crecimiento no responde a la casualidad, sino a la confluencia de factores climáticos, sociales y gastronómicos que han hecho de Barcelona un terreno fértil para la expansión del helado artesanal.
Aquí os contamos cuáles son lo que se han consolidado como auténticos templos para los amantes del helado.