En Moments, el pulso contemporáneo de Barcelona se funde con la herencia más depurada de la cocina catalana, ofreciendo una experiencia que trasciende la simple degustación. Capitaneado por Raül Balam Ruscalleda, cuya visión culinaria apuesta por el producto fresco y de cercanía, este restaurante se desmarca por su interpretación rigurosa y actualizada del recetario regional. Balam Ruscalleda orienta su cocina hacia el respeto minucioso de los ingredientes, optando por verduras recogidas en su punto exacto de maduración y pescados adquiridos en lonjas próximas. La inspiración nace en la memoria: platos que evocan el repertorio catalán, transformados a través de técnicas precisas y una creatividad que nunca eclipsa la identidad de los sabores autóctonos.
La sala de Moments se distingue por una atmósfera cuidadosamente compuesta. No hay excesos visuales: el espacio apuesta por una decoración de líneas sosegadas, donde los dorados sutiles y las superficies suaves generan un ambiente envolvente e íntimo. El mobiliario, seleccionado para acompañar sin imponer, contribuye a esa sensación de refugio contemporáneo en pleno bullicio urbano. La luz, que se filtra suavemente a través de ventanales generosos durante el día, y la calidez de la iluminación nocturna, favorecen un clima propicio para saborear y contemplar, invitando a una pausa sensorial.
En cada pase, el equipo de cocina compone emplatados de estética depurada, donde la geometría y el color dialogan para potenciar la singularidad de cada ingrediente. Resalta el uso de arroz cultivado en el Delta, pescados azules y hierbas aromáticas de proximidad, tratados con delicadeza para subrayar matices y texturas. Los platos emblemáticos reinterpretan guisos marineros, fondos de cocción prolongada y elementos de la huerta catalana, elaborando narrativas gustativas que remiten a paisajes y tradiciones, sin nostalgias complacientes. La carta se ajusta al ritmo de las estaciones, operando como una extensión natural de los ciclos agrícolas y marinos.
La propuesta de Moments no se agota en la creatividad formal: es una cocina que ahonda en la identidad mediterránea desde el presente, evitando artificios superfluos. La estrella Michelin refrenda esa búsqueda de excelencia medida, que aparece en cada detalle, reforzando el papel del restaurante como enclave obligado en la cartografía gastronómica barcelonesa, testimonio de una Catalunya viva y evolutiva.