Casa Marcial se integra sin artificios en la vida rural de Parres, respirando con la cadencia de las estaciones asturianas. Bajo la meticulosa dirección de Nacho Manzano Sánchez, el restaurante articula una propuesta culinaria que indaga en la memoria local y la trasciende, apostando por una reinterpretación precisa y matizada del recetario asturiano. Aquí no es la ostentación lo que destaca, sino una mirada reflexiva que parte de los valores del territorio para esculpir una identidad culinaria propia.El espacio resulta una extensión del entorno: la luz natural matiza las texturas nobles de la madera restaurada, mientras la piedra vista y la presencia medida de piezas artesanales sugieren una reverencia por la tradición sin recurrir a gestos nostálgicos. La sala respira recogimiento, como si se tratara de un refugio orquestado para propiciar un diálogo íntimo con los ingredientes. Cada elemento decorativo parece seleccionado para invocar el ciclo agrícola, desde discretas fibras naturales hasta motivos vegetales que asoman entre los detalles.En el plato, la propuesta de Manzano se construye desde productos reconocibles: fabes autóctonas, pescados que huelen a salitre y hortalizas que delatan la cercanía de la huerta. Lejos de reproducir los sabores tal cual, el chef explora sus límites con una técnica sobria; ni transformaciones estridentes ni deconstrucciones superfluas, sino una intensificación de la esencia. La croqueta de jamón, cremosa y de cubierta etérea, se presenta siempre tibia, llevando el sabor a su expresión más suave y profunda. El arroz con pitu caleya, criado en libertad, despliega una secuencia de aromas y matices que remiten tanto al bosque húmedo como a la despensa ancestral; mientras la merluza tratada con jugos de cebolla y un hilo de sidra, resume en su jugosidad y ligero brillo toda la tensión entre el mar y la tierra.La presentación de cada pase evita el efectismo, prefiriendo una paleta cromática contenida y elaboraciones cuya belleza reside en la sinceridad de las texturas y la armonía de los ingredientes. No se busca el asombro inmediato, sino una comprensión más profunda sobre el carácter del producto. Así, Casa Marcial despliega una cocina de raíces, donde la innovación surge del conocimiento y el respeto, y donde la huella personal del chef late detrás de cada decisión estética y gustativa. Aquí, la alta cocina se vive como un acto consciente de pertenencia, proyectando el acervo asturiano hacia nuevos horizontes sin renunciar a su fundamento.
