Mina
Mina
Martzana Kaia, 1
48003 Bilbao Vizcaya
España
43.2550835, -2.9249089

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En el corazón de Bilbao, Mina propone una aproximación contemplativa y profundamente sensorial a la alta cocina vasca contemporánea. El interiorismo, donde la madera predomina y las vistas a la ría se filtran suavemente a través de ventanales generosos, define un ambiente pausado, casi silencioso, propicio para el recogimiento y el diálogo con los sabores. La disposición de las mesas busca la intimidad y refuerza la sensación de que cada comida es una experiencia privada, donde el ritmo lo dicta la cocina, no el reloj.
La visión de Álvaro Garrido Ramírez se traduce en una propuesta que rehuye los lugares comunes y desborda cualquier definición estricta del recetario vasco. Su trabajo se centra en el compromiso riguroso con el producto local y de temporada, pero su creatividad se despliega más allá del mero localismo. En cada menú, ingredientes del entorno inmediato—mariscos, verduras de la huerta bilbaína, fondos que evocan corrientes atlánticas—aparecen transformados por técnicas depuradas y un instinto indiscutible para buscar equilibrios nuevos en sabor y textura.
La cocina de Mina se reconoce tanto en su homenaje sutil a la tradición como en su empeño por reinterpretarla. No sorprende que el txangurro, por ejemplo, se presente con emulsión de mar y guiños inesperados en sus acompañamientos, ni que una sencilla verdura pueda alzarse como protagonista absoluta de un pase. Hay, en cada plato, un cuidado extremo en la disposición cromática; composiciones en las que el minimalismo se vuelve argumento, y donde el juego de volúmenes dirige la atención tanto como el perfume delicado de ahumados, fermentados o fondos marinos.
Resulta imposible desvincular la experiencia de Mina del entorno inmediato. El aroma del agua próxima se cuela en el comedor, reforzando la memoria gustativa del comensal y fundiéndola con los matices que emergen en cada servicio. Lejos de un repertorio cerrado, la propuesta de Garrido asume la temporalidad y convierte la degustación en un ejercicio narrativo, donde cada bocado funciona a la vez como homenaje y como pregunta: ¿qué puede ofrecer este territorio leído a través de una lente inquieta y actual?
En Mina, el plato es fenómeno; relato que, al margen de lo grandilocuente, explora identidad y memoria. Entre líneas sobrias y controladas, la experiencia convoca al comensal a redescubrir los límites de lo conocido, en un entorno donde cada detalle, desde la luz hasta la presentación, se conjuga para dejar una huella serena y persistente.